Lo de Sánchez con la hostelería es pura venganza
La obsesión de Pedro Sánchez con los bares y restaurantes roza lo patológico: el Ministerio de Sanidad sigue su particular cruzada contra estos establecimientos y eleva las restricciones en una nueva vuelta de tuerca que no obedece a razones sanitarias, porque, según el último informe elaborado por el Instituto público Carlos III, dependiente del propio ministerio, en este tipo de locales se produce sólo el 2,6% de los contagios totales. De modo que las razones son de otra índole, políticas muy posiblemente, tal vez porque no soporte que de forma mayoritaria los hosteleros hayan salido en apoyo de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y ahora pretenda vengarse.
Según los datos del Instituto Público Carlos III, en los domicilios se producen el 41,2% de los contagios; el 5,4% tienen lugar en los centros de trabajo y sólo el 2,6% se generan en bares y restaurantes, porcentaje que está por debajo, incluso, del que se registra en los centros sociosanitarios (3,2%). De modo que no hay motivo sanitario alguno para asfixiar a este tipo de establecimientos, salvo que el argumento sea el antes expuesto: que Sánchez haya decidido hacerles pagar muy caro su apoyo a Ayuso y sus críticas crecientes al Gobierno socialcomunista.
En definitiva, les ha convertido en los grandes culpables de su derrota en Madrid y, en consecuencia, ha decidido incrementarles el castigo: sólo así puede entenderse su obsesión por hundir definitivamente un sector que ha sufrido como pocos la pandemia y que no ha recibido apenas ayudas. Lo del «escudo social» no iba por la hostelería, a la que el Gobierno de Sánchez quiere terminar de hundir. Y lo hace con saña, criminalizándoles de manera grosera. Ahora que empezaban a ver la luz, viene Sánchez y se saca de la manga un plan de restricciones que no viene avalado científicamente y que sólo es la constatación de que este hombre es implacable con quien no le baila el agua. Puro sectarismo.